Juan González de Torres

El Prado Alumni

Juan es Fomento Alumni del Colegio de Fomento El Prado. Se graduó en 1998. Actualmente reside en Glasgow (Escocia).

¿Qué ha significado el colegio en tu vida?

Cuando me pidieron escribir sobre que significó El Prado para mí, la verdad es que no había pensado nunca detenidamente en ello. Pero ahora cuando lo hago me doy cuenta que está presente en todos los actos de mi día a día.

¿Con qué te quedarías de tus años escolares?

Algunos compañeros siguen estando entre mis amigos más cercanos, a los que considero como hermanos. Todo ello gracias al sentimiento de compañerismo y camaradería que nos inculcaron en el colegio.

Estos dos valores junto con muchos otros que adquirí en El Prado y los que me inculcaron en mí familia son los que me ayudan a lograr mis aspiraciones. Para mí el éxito en la vida tiene cuatro pilares: formación, esfuerzo, equilibrio y familia.

En esta sociedad donde se rehúye de la responsabilidad y se busca la satisfacción inmediata, destaca la gente con nuestros valores. Los cuales son recompensados a largo plazo.

Me siento un privilegiado por haber sido educado en El Prado y por ello aprovecho esta oportunidad para fomentar nuestro espíritu de pertenencia. Creo que entre todos deberíamos hacer un esfuerzo por estar más vinculados y fomentar más que la gente se apunte a Fomento Alumni. Sería maravilloso que decir “soy del Prado” fuese como decir “soy de Oxford”, que conllevara a pensar que somos personas con una serie de valores determinados y una formación destacable.

¿En qué te ha ayudado la formación del colegio?

Mi educación en El Prado me ayudó a pasar uno de los filtros más importantes de las pruebas de acceso de mi primer trabajo, en una de las conocidas como “big four”. El filtro era simplemente el saber emplear el “usted” al hablar como signo de respeto, y el comportamiento en determinadas circunstancias. En ese momento me sorprendió que se le dieran tanta importancia.

¿Cuál es tu circunstancia actual?

Actualmente me encuentro residiendo en el extranjero, Escocia, poniendo en marcha la última adquisición de Ferrovial, los aeropuertos de Aberdeen, Glasgow y Southampton. Y aunque no es la primera vez que el trabajo me lleva a residir fuera de España esta vez lo considero especial porque pronto tendré a mi primera hija, Martina.

En lo profesional, estoy aprendiendo lo complejo que es conseguir esos dividendos que en los años que estuve trabajando en desarrollo corporativo tan ligeramente incluía en los modelos de adquisición.

Pero en el ámbito personal, que es primordial, estoy aprendiendo como estos valores con los que me eduque influyen a la gente de mi entorno. Lo que más me fascina es como se transmiten y se contagian con nuestro ejemplo. Mi mujer, de origen Taiwanés, se convirtió al catolicismo no porque yo se lo pidiera o nuestro matrimonio lo requiriese, lo hizo simplemente porque deseaba que nuestros hijos se criaran con los mismos valores que yo.

Nos vemos en el próximo Alumni y si alguno se pasa por Glasgow que me avise y nos tomamos unas pintas.