Jacobo Muñoz, alumni del Colegio de Fomento Los Olmos (PR ‘13), es actor, nominado en dos ocasiones a Mejor Actor Protagonista en los Premios MAX de la Artes Escénicas (2011 y 2007). Recibió el PREMIO ACTOR REVELACIÓN en los Premios de Teatro Musical 2010.
Ha protagonizado diversos musicales entre los que destacan “Blancanieves Boulevard”, “Antígona tiene un plan” y “En nombre de la Infanta Carlota”. Ha interpretado clásicos como “El Mercader de Venecia” de William Shakespeare, o “El Oso” de Chejov, así como “Briefing, la historia de un soldado” de Ramuz y Stravinsky o “La hija del Capitán” de Valle-Inclán. Ha trabajado en cine y en televisión, destacando series como «Amar es para siempre» o «Ella es tu padre«. Además, ha impartido clases magistrales de teatro en más de 150 universidades, colegios e institutos repartidos por toda España.
Actualmente también es director del Teatro Arapiles 16, una sala de cultura en el corazón de Chamberí (Madrid) que llevaba dos años cerrada. Según Jacobo, su misión es “volver a darle vida, y que suponga una opción de cultura y entretenimiento”. Muñoz defiende que “la cultura puede ser divertida y entretenida, simplemente que hay cosas que no sabemos observar y no las comprendemos todavía.”
«Todo mi trabajo tiene un estilo que se empezó a forjar en Los Olmos»
¿Qué ha supuesto tu colegio para ti?
Para mí Los Olmos, mi colegio, ha sido un lugar donde tomé muy buenas (y también no tan buenas) decisiones. Tuve profesores que me ayudaron mucho en una época en la que no tenía claro qué buscaba. No es sólo que les tenga cariño, es que les debo mucho. Y tanto más ha pesado lo bueno, que a día de hoy mis hijos estudian allí.
También creo que muchas de las cosas que aprendí en el colegio, permanecen hoy en lo que hago. Todo mi trabajo tiene un estilo que se empezó a forjar en Los Olmos. Y por ejemplo, cuando dirijo una obra de teatro creo que todo lo que aprendí en la infancia sale a la luz, y queda reflejado en ella de alguna manera. No es cine, no es una película realista, pero sí transmite una esencia que en gran parte está constituida de lo que aprendí en el colegio.
¿Cómo comenzó tu carrera profesional?
El teatro se me cruzó por casualidad. Estudié empresariales y comencé a trabajar en una empresa de diseño. En ese momento, mi hermano Javier comenzó un proyecto de teatro musical en Valladolid. Me pidió ayuda con el cartel para la primera obra y comencé haciendo de extra en los ensayos. El día del estreno, el actor que representaba uno de los papeles principales no pudo hacer la obra, y me lo propuso a mí. A regañadientes acepté y me equivoqué en todo, metiendo la pata en cada una de las intervenciones. Pero sorprendentemente, el público no se dio cuenta. Es más, les gustó tanto que mi hermano me pidió que hiciese exactamente lo mismo en el pase del día siguiente.
Tras esta anécdota, comencé a formarme en clases teatrales en Santander y posteriormente en Madrid. Y aprendí mucho. No entraba en mis planes pensar que Shakespeare me podía gustar. Ahora soy un enamorado de Lorca, de Shakespeare, de Chéjov, de Tennessee Williams… Y continué formándome y poco a poco fui haciendo “mis pinitos” en el teatro.
Y desde aquellos comienzos, hasta el día de hoy, has trabajado en teatro, en televisión, en cine – como en la película “Un Dios prohibido”, donde además hiciste el casting-, has hecho zarzuela…das clase de interpretación… Y además, estás casado y tienes tres hijos. ¿Cómo compatibilizas todo esto con tu familia?
Resulta difícil compatibilizarlo, pero no imposible. No sólo por los horarios sino porque para obtener nuevos papeles has de tener mucha vida social. Es cierto que por mi familia he tenido que renunciar a algunas cosas. Pero consigo hacerlo compatible porque tengo una mujer que es “la bomba” y que si no me ayudase, sería imposible. Intento sacar el máximo tiempo que puedo para ellos -que siempre será poco. Por ejemplo, el otro día llegué muy tarde a casa, pero justo las niñas se despertaron y para mí fue “un regalo”. Estuvimos juntos riendo hasta que se quedaron dormidas.
¿Qué competencias concretas crees que aprendiste en el colegio y que son clave en el mundo de la interpretación?
Creo que la astucia. Se habla muy poco de ella y creo que es fundamental para saber moverse, conseguir papeles nuevos, interpretar… También la constancia, quien no la tenga no puede ser actor. Y también la confianza en Dios, la oración, es lo que más me ayuda para todo: acertar con el personaje, solventar problemas, hacerme con trabajos nuevos…. y me anima a continuar.
Has impartido muchas conferencias a jóvenes y también impartes clases teatrales a adolescentes. ¿Cómo haces atractivo el mundo de los clásicos a los adolescentes? ¿Qué te parece lo más importante que debes transmitirles?
Reconozco que me cuesta tratar con adolescentes. Es una época de la vida muy convulsa. Pero, a la vez, no puedo evitar pensar que “hubo un Jacobo” adolescente, que pasó por lo mismo.
Parte de esto es lo que intentamos plasmar en la obra “Los dos caballeros de Verona”, de Shakespeare. Las cuestiones que se plantean los personajes son muy actuales. En la adaptación de dicha obra que actualmente dirijo en el Teatro Arapiles, pensé en llevar esas inquietudes a una estética y contexto actual para que los jóvenes pudiesen conectar con el autor. Así resulta muy fácil empatizar. No es sólo acercarles al mundo de la cultura sino también darles herramientas para gestionar vivencias o problemas habituales.
Muchas gracias, Jacobo!
Como sabes, Fomento Alumni y Fomento serán siempre tu casa.